martes, 24 de abril de 2007

Yelitza es una mierda


Un domingo me levanté a las 10 de la mañana con una pea espantosa. No hacía ni 5 horas que yo estaba jalando caña como un maldito cosaco y comiendo Tostitos en una fiesta de mierda de esas que hacen en Cumbres del Coñoe tu Madre.
El caso es que la barriga la tenía inflada de mil y un peos y ñoña fermentada que relinchaba de la misma forma que relinchan los caballos de las Pamperos de honor.
Me dieron ganas de vomitar y ese repentino espasmo de vieja con frío con que agonizan muchos de los rumberos de este país. Pero aguanté. Fui al baño. Comienzo a echar la cagada y gran sorpresa divina: ¡cagué un bebé!
¡Sí Señor... Fantástico!... En vez de pupú, lo que me salió por la vetusta y psicodélica cloaca personal, fue una bellezura de "chamita". ¡Y era niña!
De inmediato, y luego de rezar 3 Padres Nuestros y mentarle la madre parejo a los yuppies que manejan marcas en Diageo, empecé a mirar con ternura a aquella bella plasta, a la que en un momento de inspiración divina bauticé con el nombre de Yelitza.
Su suave y bien perfumada piel blanca hizo un alto contraste con el horrendo marrón mierda que denota la cagada salvaje y fresca. De eso que mientan instinto maternal, pues, me dio el primer impulso; pues al ver que mi mierda no lloraba, le metí semerendo coñazo a la carajita con lo cual no hice sino salpicar las rancias baldosas Balgres recién adquiridas en Prosein por una prima bien puta, que a punta de llevar falda de cuero ceñida al cuelpo, le dieron descuento fino fino.
Y es que la ternura con que uno ve a su propia mierda, no tiene límites.
Mi Yelitza... Mi chiquita... ¡Achichita! ¡Achicurrichichita! ¡Achipichichichita! ¡Achomarre papá! ¡Ay, Chichuchichu! ¡Achí Achí, Mami... Mami... Ay Che etá riendo!... Chí che ríe bunito esa ñiña!... Y esa mierda sonreía...
Una vez limpiada, saqué platica con mi tarjeta de Banfoandes y fui a comprarle ropita a BBcitos.
Ustedes no saben lo que es ser madre soltera. Nojoda. No se lo deseo a "nadien". Lo bueno con Yelitza es que cuando se caga en los pañales, lloro tan sólo recordar mi alumbramiento.
En fin. Es mi hija. Ya tiene 8 años y la amo. Cuando sea más grande estudiará en el IUTIRLA como su papá. Es muy avispada, muy aseada, farandulera como ella sola (no se pierde nunca De Boca en Boca), y ya he visto que será bien jodida con los hombres: el otro día se le acercó un niño a pedirle cotufa que yo le había comprado, y ella le dijo que no. Que se jodiera. Y yo me digo: esta coñita sigue siendo la misma mierda de siempre.

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